viernes, 5 de septiembre de 2008

El papel del atractivo físico en el proceso de seducción: Una aclaración definitiva.

Aclaremos esto desde el principio: tanto si sos mujer

o si sos hombre, no hay ninguna duda de que ser

físicamente atractivo es una ventaja inicial muy importante

a la hora del levante, y no deberías confiar en nadie que te

dijera lo contrario: o te está mintiendo deliberadamente, o

ha vivido encerrado en el interior de una cueva durante

toda su vida. No sabría decirte qué es peor.

Ser lindo es una ventaja. Por supuesto que sí. Inmerecida o

no, lo es.

Dicho esto, es cierto que los hombres le damos más

importancia a la belleza física que las mujeres, pero eso

no significa que ellas la obvien totalmente. Por supuesto

que la valoran. De hecho, cada día más.

¿O es que acaso no te diste cuenta de cómo las chicas

prestan de manera espontánea mucha más atención, por

ejemplo, a ese chico alto, moreno y de llamativos ojos

verdes, de la que inicialmente le concederían a cualquier

otro tipo de aspecto meramente convencional?

Seguro que lo notaste. Tendrías que estar ciego para no

haberte dado cuenta.

Por lo que a mí respecta, siendo como soy: un tipo de

aspecto físico escasamente destacable, esa sensación de

salir en la carrera siempre por detrás de quienes son más

atractivos que yo, me ocurre un día sí; otro, también. De

lunes a domingo.

No estoy bobo. Me doy perfecta cuenta de que algunos de mis

amigos tienen que hacer muy poco para que las mujeres se

interesen por ellos de forma espontánea. Su complexión

fuerte y musculosa, su sonrisa desarmante, su elevada

estatura, o lo que quiera que sea que destaque en ellos,

les simplifica enormemente el proceso.

Suelo decir que, en el sorteo de la lotería genética, les

tocó un décimo ganador. A mí, no. Lo sé y lo asumo.


Una bendición disfrazada de adversidad.


Ahora bien. ¿Crees que dejo que eso se interponga en mi

camino? ¿Crees que el saber que físicamente soy un tipo del

montón me ha hecho agachar la cabeza y exhibir una actitud

de víctima?

¡Ni lo sueñes!

Es más bien todo lo contrario.

Creo con firmeza que el hecho de que me sepa convencional

en esta faceta concreta es lo mejor que me ha ocurrido en

la vida: una bendición hábilmente disfrazada de

contratiempo. ¡Rotundamente lo creo!

En mi cabeza, además, hay pocas dudas al respecto. Pienso

que si hubiera sido físicamente mucho más atractivo de lo

que soy, nunca hubiera llegado tan lejos. Nunca jamás me

hubiera llegado a convertir en la persona que ahora soy.

Paradójicamente, creo con igual vehemencia que, con un

cuerpo y una cara más apetecibles o sugerentes para las

mujeres, nunca jamás hubiera tenido tanto éxito con ellas

como el que he tenido siendo como soy.

Parece una afirmación totalmente carente de sentido. Y, sin

embargo, no lo es.


Déjame explicártelo.


Si hubiera sido un Adonis, si hubiera tenido todo a mi

favor desde el principio, nunca hubiera desarrollado mi

carácter hasta el punto que lo he hecho, y nunca en mi vida

hubiera aprendido todas las cosas que ahora sé sobre las

mujeres.

Sé que siendo lindo no hubiera aprovechado más que una

pequeña parte de mi potencial. Me hubiera sacrificado mucho

menos y no hubiera llegado tan lejos como he llegado.

Ha sido mi completa convicción de que sólo era un tipo del

montón (y mi voluntad de demostrarme a mí mismo y a todos

los demás que aún así podía ser un extraordinario seductor

de mujeres) lo que me ha fomentado a perseguir mi éxito con

una tozudez y un nivel de dedicación, casi enfermizos,

contra el que pocos pueden competir.

Cuando me llegaron los primeros y amargos fracasos con las

mujeres, hice lo que siempre hago cuando me estrello contra

un muro que quiero traspasar: recabar toda la información

que pude sobre el tema, diseccionarlo hasta comprender sus

entresijos y mecanismos invisibles, y contraatacar

vehementemente, con toda la fuerza de la que soy capaz.

Leí y aprendí todo lo que pude sobre las mujeres, y luego

salí a ponerlo en práctica al mundo real.

¿Fue duro?, ¿fue difícil? Podes apostar a que sí.

Al principio, tuve muchos más fracasos que aciertos, cometí

todos los errores que humanamente se pueden cometer con las

mujeres, y recibí más negativas en un par de años de las

que la mayoría de hombres reciben en toda su vida.

Sin embargo, poco a poco, gradualmente, todo empezó a

encajar. Le agarre el pulso al asunto y las cosas cobraron

sentido pleno para mí.

Estaba desenvolviéndome con las mujeres mejor de lo que

nunca había hecho. Era capaz de provocar interés y

atracción en la mayor parte de las que me proponía hacerlo,

con una eficacia, además, que hasta ese momento creía

simple y llanamente imposible.

Tenía poder sobre las mujeres, más del que nunca antes

había sentido. Y no creo que haga falta que te diga que ésa

es una sensación maravillosa.

Cuando uno ha peleado tanto, cuando ha luchado con tanta

furia y obstinación por conseguir algo que deseaba con

locura, verse de repente cruzando la línea de meta es una

sensación indescriptible, que hace que se te humedezcan los

ojos de alegría.

Por qué te cuento todo esto. Y ¿qué tiene esto que ver

contigo?

Todo.

Si eres atractivo, si eres de los que derrite a las mujeres

con tan solo una mirada, entonces, enhorabuena, aprovecha

lo que tienes. Úsalo.

Pero si no eres particularmente atractivo, no dejes que eso

te amilane. Lucha. Pelea. Desarrolla tu carácter y llegarás

hasta cosas que ni siquiera creías posibles.


Saludos.


El bandolero_inthenight.-

No hay comentarios: